El 24 de febrero de 2022, las fuerzas militares rusas iniciaron una invasión coordinada de Ucrania. Los asaltos rusos causaron daños generalizados en zonas residenciales densamente pobladas y en infraestructuras civiles críticas, como centrales eléctricas, centros de transporte, escuelas e instalaciones sanitarias. Como consecuencia, más de 10 millones de refugiados han huido de Ucrania, aproximadamente el 50% a Polonia. Los ataques al sistema sanitario ucraniano y a las cadenas de suministro farmacéutico han dificultado la prestación de servicios críticos a personas con lesiones y enfermedades crónicas. Entre los pacientes más vulnerables se encuentran los niños con cáncer y trastornos sanguíneos, que necesitan una atención diagnóstica, terapéutica y de apoyo a tiempo en para sobrevivir. La guerra ha provocado una grave interrupción de la atención médica, que amenaza la vida de miles de niños ucranianos.