La pandemia de COVID-19 ha aumentado la prevalencia de problemas de salud mental -principalmente depresión- entre la población general y se ha observado la misma tendencia en pacientes con cáncer (Wang al, 2020).

El aumento de los niveles de actividad física ayuda a prevenir la depresión en jóvenes, adultos y ancianos (10%, 22% y 21% menos de riesgo, respectivamente, Schuch et al. 2018).

Además, el ejercicio tiene efectos beneficiosos sobre la depresión entre los supervivientes de cáncer y un estudio realizado por Chekroud et al (2011-2015) con 1,2 millones de participantes, mostró que el ejercicio se asoció con una menor carga de salud mental autoinformada.

Mantenerse activo, aunque solo sea 30 minutos al día, tiene un efecto protector en la población general y en los supervivientes de cáncer. El ejercicio puede ser una estrategia útil para gestionar la salud mental en personas que reciben tratamiento contra el cáncer y se recuperan de los efectos secundarios (Fuller et al., 2018)

En conclusión, una rutina de 30 minutos de ejercicio físico puede ser una estrategia útil para gestionar la salud mental entre los supervivientes de cáncer.