«Cada año se diagnostica cáncer a unos 2.100 niños y adolescentes en Alemania. Afortunadamente, las opciones de tratamiento han mejorado considerablemente, de modo que en 2020 más del 80% de los pacientes se curaron a largo plazo. Como resultado, la proporción de El número de niños y adolescentes anteriormente enfermos que han completado los cuidados post-oncológicos regulares es cada vez mayor, la mayoría de estos pacientes son ahora adultos y, por lo tanto, a menudo ya no reciben cuidados post-oncológicos regulares.
Aunque muchos niños y adolescentes reciben tratamiento con éxito, su esperanza de vida se reduce porque pueden aparecer nuevas enfermedades como resultado del cáncer o del tratamiento del cáncer. Estas limitaciones de salud, conocidas como efectos tardíos, afectan hasta al 70% de los pacientes adultos 30 años después de finalizar el tratamiento. El alcance de los efectos tardíos varía desde afecciones leves y fácilmente tratables (por ejemplo, disfunción tiroidea) hasta complicaciones potencialmente mortales, como la recurrencia del cáncer o la insuficiencia cardíaca grave.
El riesgo de efectos tardíos depende de la terapia recibida (por ejemplo, cirugía, quimioterapia o radioterapia) y de factores de riesgo individuales como enfermedades previas, edad en el momento del tratamiento, sexo y factores genéticos. Muchos de los efectos tardíos se pueden tratar fácilmente en las primeras etapas, por lo que se recomienda un seguimiento periódico y exámenes preventivos.
Las afecciones más comunes son los efectos tardíos endocrinos (incluidas enfermedades de la tiroides, trastornos hipotalámico-pituitarios y disfunción gonadal), efectos tardíos cardíacos (incluidas miocardiopatía, cambios valvulares, arritmias y enfermedades coronarias) y recurrencia del cáncer.
¿Cómo se puede reducir el riesgo de efectos tardíos? El equipo del Prof. Thorsten Langer ofrece consejos útiles:
1. Un estilo de vida saludable (peso normal, dieta equilibrada, actividad física regular y abstinencia de nicotina).
2. Exámenes periódicos adaptados al riesgo según recomendaciones nacionales e internacionales (especialmente para pacientes asintomáticos de por vida).
3. Transición regulada de la atención oncológica pediátrica a la atención de medicina interna (cambiando el enfoque de la atención de seguimiento de recurrencia a la prevención de efectos tardíos)
4. Cooperación multidisciplinar entre varios especialistas (debido a la diversidad de posibles efectos tardíos)».
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