«La comunicación es la clave», una regla que la gente, al ser criaturas sociales y tender a formar relaciones sólidas y solidarias, suele sacar a colación. Le recomendamos que adopte un enfoque aún más responsable cuando se enfrente a una enfermedad grave en una relación estrecha, ya que una comunicación abierta y de calidad es fuente de consuelo, fortaleza y esperanza para ambas partes. Pruebe estos cinco consejos que le ayudarán a fortalecer sus relaciones en los momentos difíciles y a afrontar la incertidumbre de la enfermedad con mayor resiliencia.
Mantener conversaciones abiertas
Crear un entorno seguro y compasivo para el diálogo abierto, fomentando una discusión en la que ambas partes se sientan cómodas expresando sus pensamientos, preocupaciones y emociones (especialmente si el paciente es muy sensible sobre el diagnóstico o tiende naturalmente a retraerse). En otras palabras, trata de incorporar a tu rutina diaria conversaciones regulares más profundas como una prioridad de la máxima importancia, a una hora programada de antemano y sin aplazamientos indebidos.
También te recomendamos que te prepares para el diálogo con responsabilidad, dispuesto a escuchar activamente y a oír de verdad los sentimientos del otro. (Para saber más sobre por qué es importante este paso y cómo llevarlo a cabo, consulte la siguiente sección). Pronto se darán cuenta de que comprobar regularmente el bienestar del otro se convertirá en un hábito que reforzará su relación. Además, tendrás más oportunidades de enfrentarte a problemas acuciantes o a un nuevo temor que ha surgido de repente aquí y ahora.
Practicar la escucha activa y la empatía
Escuchar a la persona con la que hablas y no sólo oír lo que tiene que decir no es fácil. Incluso hay estudios que demuestran que, cuando nos comunicamos eficazmente, sólo escuchamos entre un 20 y un 30% del tiempo, con lo que perdemos la oportunidad de establecer una conexión más profunda y no damos a la otra persona la oportunidad de revelar lo que queda entre líneas. Sin embargo, ante un diagnóstico de cáncer, los esfuerzos por aprender a ser un oyente activo deben ser sinceros: cuando hay necesidad de hablar, tanto el paciente como el ser querido esperan comprensión.
¿Qué métodos recomiendan los expertos para practicar la escucha activa? Lo primero de todo, por supuesto, es centrarse en la persona con la que se está hablando y dejarle hablar sin interrumpirla. Lenguaje corporal o gestos (por ejemplo, una sonrisa o una inclinación de cabeza), breves interjecciones verbales (por ejemplo, «le entiendo»). No hay que tener miedo a pedir que se repita si no se ha captado o entendido algo. Parafrasear lo que has oído, mostrando así al otro cómo has entendido la situación, o hacer preguntas adicionales para aclarar.
Esta no es una lista completa, pero es importante recordar que la comunicación es un proceso bidireccional. Por lo tanto, ambas partes deben intentar comprender las perspectivas de la otra con empatía. No debe haber juicios personales ni consejos si la persona no los pide.
Establecer expectativas
Conocer las expectativas y necesidades individuales de cada uno facilitará el proceso de tratamiento y atención. Por ejemplo, si padece la enfermedad, es probable que reciba apoyo, como ayuda física para las tareas cotidianas o la escucha empática básica antes mencionada. Por lo tanto, tenga claro qué le haría sentirse más cómodo o qué aspectos de la situación actual le parecen difíciles de afrontar. Es probable que incluso las personas más cercanas a ti no comprendan bien tus experiencias durante un tiempo hasta que las compartas abiertamente.
Mientras tanto, un miembro de la familia puede tener la necesidad de trazar sus opciones. Tener una enfermedad y cuidar a alguien que la padece son dos experiencias completamente distintas, pero esta última también plantea sus propios retos para el bienestar físico y psicológico. Si sientes que se te está haciendo demasiado duro, no te juzgues para compartirlo con la persona enferma y otros familiares.
Un diagnóstico extraordinario de un estado de salud conlleva a veces cambios imprevistos, por lo que la evaluación de las expectativas debe ser un proceso dinámico. Vuelva a evaluarlos y ajústelos. Una cooperación flexible y comprensiva facilita la adaptación, evita malentendidos o conflictos graves y permite que las relaciones florezcan incluso ante la adversidad.
Buscar apoyo
Esto es igualmente cierto para el paciente y su entorno más cercano, así que anímense mutuamente a unirse a grupos de apoyo, asistir a sesiones de terapia o a sesiones especiales de asesoramiento, ya sea individualmente o con toda la familia.
Practicar actividades de este tipo no sólo le ayudará a aprender a desarrollar las habilidades de comunicación crítica de forma aún más eficaz, sino que también le hará darse cuenta de que no está solo en su viaje. Es más fácil compartir tu historia con personas con experiencias similares, descubrir nuevas estrategias para afrontar el estrés y los problemas, escuchar valiosas reflexiones sobre el impacto de la enfermedad en tu vida, etc. En definitiva, se reduce la sensación de aislamiento y aumenta el bienestar emocional.
Ver las cosas como momentos victoriosos, no como nimiedades sin sentido
Ante una enfermedad grave, es necesario celebrar conscientemente los logros. No hay cosas insignificantes en esta situación. El final de otra fase del tratamiento, la realización de un objetivo personal, el descanso tras otro día duro son verdaderas victorias, ¿verdad? Dedicar tiempo a reconocer estos momentos nos inspirará para sentirnos más fuertes que ayer y mirar hacia delante con más positividad.
Refuerce este enfoque creando usted mismo momentos de alegría de forma proactiva. La risa tiene un poder increíble a la hora de aliviar el estrés, levantar el ánimo y mejorar el bienestar general, así que únanse en una actividad que les proporcione una sensación de plenitud y refresco, y les distraiga de los pensamientos depresivos. Desde pasar tiempo juntos viendo una película o jugando a juegos de mesa hasta compartir recuerdos divertidos, planes brillantes para el futuro o actividades creativas.
En las fases especialmente complicadas de la enfermedad, puede parecer que no existe nada más aparte de ella. Puede que cada vez le falte más tiempo para mantener conversaciones acogedoras y que, cuando se siente a charlar, el tema vuelva a ser sus preocupaciones. O dejarás de celebrar incluso los grandes logros, por no hablar de los intentos de levantarte el ánimo. No te rindas. Es durante este difícil periodo de tu vida cuando la relación fortalecida se convertirá en un legado de amor incondicional, comprensión profunda y un vínculo inquebrantable.
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