Cuando hablamos del riesgo de cáncer solemos imaginar el papel de una dieta sana como una superpotencia y creer que puede salvarnos mágicamente de enfermedades difíciles. Esto es cierto desde el punto de vista de que, al intentar reducir el riesgo de desarrollar cáncer, la dieta puede controlarse y elegirse según nuestras necesidades o preferencias, mientras que algunos factores no pueden, por ejemplo, las mutaciones genéticas heredadas.
Pero, en general, ¿es posible descubrir una dieta sana y equilibrada que pueda reducir el riesgo de cáncer?
Probablemente todos hemos oído decir que el brócoli, las granadas o las semillas de chía son superalimentos, mientras que los aditivos alimentarios y los edulcorantes son agentes cancerígenos. Tales narraciones carecen de pruebas. La investigación científica no revela que el brócoli o la granada por sí solos nos protejan del cáncer. Los alimentos básicos de nuestras alacenas pueden ser la clave para mejorar nuestra salud.
La dieta es una parte importante de nuestra rutina diaria
Nuestra rutina alimentaria es importante hasta el punto de que puede ayudarnos a mantener un peso saludable o favorecer la pérdida de peso. Por supuesto, no debemos olvidar que la dieta para la prevención del cáncer debe combinarse con actividad física y una rutina diaria equilibrada (dormir, relajarse, controlar el estrés, rechazar malos hábitos como fumar o abusar del alcohol, etc.), buscando mantener un sistema inmunológico fuerte.
Numerosas investigaciones han demostrado que la obesidad es la causa de más de 13 tipos de cáncer, por lo que merece la pena conocer los principios básicos de una nutrición sana.
¿Qué alimentos y bebidas pueden provocar cáncer?
Se calcula que hasta el 30% de los casos de cáncer están causados por nuestros hábitos diarios y nuestra alimentación. Aunque es difícil determinar con exactitud qué nutrientes contribuyen más al desarrollo del cáncer, la investigación científica actual ayuda a tener una idea más clara de los tipos generales de productos alimenticios que pueden aumentar este riesgo. Por ejemplo, el consumo abundante de sal y de alimentos extremadamente salados aumenta el riesgo de cáncer de estómago porque la sal daña las paredes y el revestimiento del estómago.
¿Qué pasa con la carne y el cáncer?
Según los científicos, ciertas sustancias químicas presentes en la carne roja fresca y procesada aumentan el riesgo de cáncer. Se ha observado que las personas que consumen grandes cantidades de carnes rojas o procesadas tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de intestino. Ciertas sustancias químicas son específicas de la carne cruda, y otras aparecen en la carne durante la cocción. La carne roja es carne fresca, picada o congelada de vacuno, cerdo, cordero, ternera y otros tipos de carne. La carne procesada es el jamón ahumado o salado, las salchichas, el salami, los embutidos, la carne de cerdo en conserva, la carne en conserva, la morcilla o la morcilla de hígado, el paté y la carne enlatada.
En general, se puede disminuir el riesgo de desarrollar cáncer reduciendo el consumo de carne roja y procesada, alcohol y moderando el consumo de azúcar.
Recomendaciones dietéticas para prevenir el cáncer
Debemos ser conscientes de que ninguna dieta puede garantizar que no vayamos a padecer cáncer. Pero elegir una dieta sana y equilibrada puede reducir el riesgo. Lo que todos podemos hacer es tener en cuenta estos sencillos pasos hacia una nutrición sana:
- Una vez a la semana descansa de la carne
- Elija frutas o frutos secos crudos como tentempiés
- Comer verduras de varios colores
- No es necesario comer sólo frutas, verduras o legumbres frescas: los productos congelados o enlatados también sirven perfectamente para su uso
- Elija una fuente de proteínas más saludable, por ejemplo, sustituya la carne roja procesada por pollo fresco, pescado o legumbres.
- Elija agua en lugar de bebidas azucaradas o alcohólicas
- Llena la mitad del plato con verduras variadas
- Dedica una cuarta parte de tu plato a cereales integrales ricos en fibra, como el arroz integral o la pasta integral.
- La cuarta parte restante del plato debe dedicarse a alimentos ricos en proteínas, como pescado, pollo fresco o verduras como alubias o lentejas.
Los científicos han revelado que una alimentación rica en fibra protege contra el cáncer de intestino porque mejora la defecación y acorta el tiempo de digestión de los alimentos. Esto impide el desarrollo del cáncer. Las investigaciones demuestran que el consumo diario de alimentos con fibra, por ejemplo más de 10 g, puede reducir el riesgo de cáncer colorrectal en un 10%.
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