Sarah (10 años) padece un tumor cerebral (meduloblastoma). Debido a su estado de salud, tenía una capacidad reducida para asistir a la escuela, por lo que recibió un sistema de telepresencia. Los sistemas de telepresencia, como los robots o los avatares, se están debatiendo actualmente como un enfoque prometedor para mejorar el sentido de pertenencia, la participación social y, posteriormente, el rendimiento académico de los niños con enfermedades crónicas. Uno de estos sistemas de telepresencia diseñado específicamente para niños con enfermedades crónicas se llama avatar y se muestra en la imagen de abajo.
El avatar está conectado a la tableta del niño mediante una app y puede transmitir sonido en ambas direcciones. La transmisión de vídeo sólo funciona en una dirección, de modo que el usuario puede ver a su clase o a sus compañeros, pero no a la inversa. El avatar es manejable, puede transportarse fácilmente y llevarse en las excursiones escolares. Thomas Pletschko y sus colegas examinan el uso y los posibles efectos del avatar tomando como ejemplo el caso de Sarah.
Experiencias con avatar
Sarah siguió siendo parte integrante de la clase y pudo seguir participando en la vida académica y social. Encender el avatar por primera vez en una clase de música funcionó sin problemas. Tanto a ella como a su madre les entusiasmó especialmente el hecho de que el avatar transmitiera la voz de Sarah en lugar de la de un robot. La profesora informó de que acostumbrarse al avatar llevó poco tiempo y que fue fácil de utilizar desde el principio. Según todos los participantes, la asunción de la responsabilidad del avatar por parte de un compañero de clase era especialmente importante para llamar la atención de los profesores sobre las señales visuales y para garantizar que el profesor se diera cuenta de que Sarah quería decir algo. En cuanto a la participación social, Sarah afirmó que «estaba allí como los demás alumnos» y que «no se sentía diferente a los demás». Sentía que «seguía perteneciendo a la clase» y afirmó que a través del avatar no se perdía nada e incluso podía susurrar o charlar con sus vecinos de asiento sin que los profesores se dieran cuenta. Cuando se le preguntó si es diferente estar en el colegio con el avatar, Sarah afirmó que «por supuesto que es diferente», pero «es genial y estoy contenta por ambas partes», lo que significa que está contenta de estar en el colegio tanto con el avatar como en la vida real».
Desafíos con avatar
Según la profesora, un posible reto surgió de la preparación adicional de las clases y la adaptación del material al avatar, ya que tuvo que considerar «si esto es factible para Sarah». Otro reto fueron las dificultades técnicas, por ejemplo, cuando la imagen se distorsionaba o se cortaba la conexión.
Resumen
En resumen, todas las partes (Sarah, su madre y su profesor) describieron experiencias predominantemente positivas con el avatar. La identificación con el avatar estuvo muy presente y el avatar se utilizó principalmente para permanecer en contacto con los compañeros de clase, participar en las actividades de clase y también en las lecciones escolares, lo que se convierte en una experiencia extraordinaria en el contexto de las enfermedades crónicas. Las experiencias de Sarah con el avatar demuestran que podía permanecer en contacto con sus compañeros de clase y mantener su sentido de pertenencia a la escuela, a pesar de no poder asistir físicamente a las clases.
Requisitos recomendados para la implementación
– Para mantener la participación social, es necesario que los usuarios ya hayan conocido a sus compañeros y profesores y se hayan familiarizado con la vida escolar cotidiana antes de utilizar un avatar.
– Definir personas que se encarguen del avatar (por ejemplo, compañeros de clase) cuya tarea sea recargarlo y llevarlo a diferentes aulas.
– Puede ser necesario un tiempo de preparación adicional para los profesores, además de su disposición a implementar el avatar en la rutina diaria.
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